La escena se repite cada día en los pasos fronterizos de Misiones: largas filas de autos, remises y colectivos se dirigen desde Puerto Iguazú hacia Foz de Iguazú, en Brasil, y Ciudad del Este, en Paraguay. El motivo es claro: la búsqueda de productos básicos a precios mucho más accesibles que los que se encuentran en el mercado argentino.
La diferencia cambiaria y el contexto inflacionario han transformado la dinámica regional. Lo que antes era un flujo de turistas extranjeros hacia Argentina, ahora se invirtió: son los argentinos quienes cruzan la frontera para abastecerse. Ya no se trata solo de electrodomésticos o ropa, sino de alimentos, medicamentos y hasta servicios médicos2.
En Brasil, los precios de la carne y las verduras pueden ser hasta un 70% más bajos. Comer en restaurantes también resulta conveniente, con ahorros de hasta el 30%. Paraguay, por su parte, se destaca por su oferta en indumentaria y blanquería, con diferencias de hasta el 60% respecto a los valores argentinos.
El circuito más habitual parte desde Puerto Iguazú, cruza el puente Tancredo Neves hacia Foz, y desde allí, muchos continúan hasta Ciudad del Este atravesando el Puente de la Amistad. Aunque hay controles migratorios, la circulación entre Brasil y Paraguay es casi libre, mientras que el regreso a Argentina puede implicar largas demoras.
Además del consumo, la salud y la educación también motivan el cruce. Muchos argentinos eligen atenderse en clínicas brasileñas por sus precios y calidad, mientras que paraguayos cruzan a Foz para estudiar carreras como Medicina y Odontología.
Este fenómeno, que recuerda a los tours de compras de décadas pasadas, refleja una nueva realidad económica en la región. La Triple Frontera se consolida como un polo comercial y de servicios, donde el ahorro impulsa el movimiento diario de miles de personas.